Año:
1995
La herida del ave
Por alguna razón las aves se parecen en algunas
circunstancias mucho a los hombres. Aquí está una de esas razones:
Estaba
esperando su nacimiento
para
brindarle todo su amor y dulzura.
Luego
de esperar ansiosamente
su
llegada, cobijándolo con sus plumas,
ha
nacido pero no es muy lindo:
el pico
lo tiene medio doblado,
parece haberse
chocado contra un árbol
y la
cabeza cuadrada como si se hubiese puesto
en un
molde de plástico.
Su
madre lo mira como diciéndole:
“no
eres mi hijo y por lo tanto,
no eres
parecido a mi”.
El
neonato llora pero su madre
no lo
consuela y casi ni lo mira.
Al
segundo día de haber nacido,
el ave
decide abandonarlo,
entonces
lo toma y comienza a volar
hasta
que se cansa y lo deja en un árbol,
el
neonato comienza a llorar
pero el
ave se retira abandonándolo
como
había decidido.
Pasan
tres días…
El ave
se lamenta y arrepiente
de
haber abandonado a su propio hijo,
entonces
comienza su búsqueda
pero ya
se ha olvidado en que árbol lo dejó
pero lo
que sí sabe es que es muy
lejos.
Vuela
con toda prisa y por fin,
luego de
varias horas buscando lo encuentra
MUERTO,
congelado,
en ese
momento al ave se le rompe el corazón,
siendo
consciente de su culpa,
hasta
la cara misma le cambia.
Llorando
frente al cadáver de su hijo,
que
ella no quiso reconocer,
le
pasan las horas, los días y hasta los meses.
Esto
ocurrido fue como una grandísima herida para el ave como la peor herida
que le
puede dejar una bala de cazador.
El
cielo parece venirle en contra,
su bandada
se aleja
y queda
sola, muy sola,
como
quedó su hijo
en esos
tres días…
sin la
ayuda de su madre.
El ave
ya no come,
está
débil y el tiempo pasa…
pasa… y
pasa…
Jungla
Slam
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